Saltar al contenido
Cuentosinfantiles10.com

El gigante egoísta

En el jardín de un gran castillo solitario, todos los días los niños iban a jugar después de salir del colegio.

gigante egoistaJugaban subiendo a los árboles, escuchaban a los pájaros cantar, se revolvían en el pasto y jugaban al escondite detrás de los matorrales llenos de flores, donde eran tremendamente felices.

Una de estas tardes, mientras jugaban al escondite, escucharon una terrible voz.

“¿Qué creéis que hacéis en mi jardín?”

Los niños observaron, llenos de miedo, al gigante, que estaba muy enfadado, desde el lugar donde se habían escondido.

El gigante finalmente decidió volver a su castillo después de siete años de haber estado viviendo junto con su gran amigo el ogro.

“Volví a mi castillo para tener calma” -dijo enfadado el gigante-. “¡Salid de mi jardín y no volváis nunca más! No quiero escuchar ruidos de niños molestos”

Los niños abandonaron el jardín lo más rápido que pudieron.

El gigante decía: “No quiero que nadie use nunca más mi jardín. Es solo mío”.

Así que construyó alrededor del jardín un alto muro de espinas. Y colgó un letrero muy grande que decía: “NO PASE. PROPIEDAD PRIVADA” en la puerta de la entrada de su jardín.

Los niños se asomaban todos los días por las rejas del jardín, con mucha nostalgia recordando los días aquellos en los que jugaban allí, para luego marcharse con profunda tristeza a jugar por el sendero abandonado.

Cuando llegó el invierno, el gigante se acurrucaba frente a la chimenea pensando: “¡cómo deseo que vuelva la primavera!”; ya que la blanca nieve cubría la tierra y los árboles con su escarcha plateada y los vientos fríos del norte golpeaban las ventanas de cristal del castillo con su granizo.

Cuando finalmente llegó la primavera, las flores cubrieron todo el lugar, pintando cada rincón de hermosos colores, los pájaros cantaron de nuevo y el verde de los árboles llenarían una vez más los espacios del bosque.

el gigante egoista cuentoDesapareció la escarcha y la nieve de todos lados pero el jardín del gigante seguía estando frio, haciendo que este se lamentara una y otra vez:

“Mi jardín sigue abandonado, helado y desierto» -decía el gigante- «la primavera llegó, pero no a mi jardín”.

Un día por la mañana, el gigante decidió quedarse en su cama, se sentía desanimado y desconsolado, hasta que fue gratamente sorprendido por el cantar de un pajarito que estaba posado sobre su ventana llenándolo así de regocijo.

Salió corriendo hacia la misma y al asomarse, se dio cuenta la primavera había llegado a su jardín, cubriéndolo todo de flores y árboles frondosos muy verdes. La nieve y la escarcha se habían desvanecido por completo.

Cada uno de los árboles tenía sobre sus ramas a un par de niños, quienes habían entrado al jardín por una brecha que había en el muro.

Sin embargo, mientras los demás niños jugaban y reían, había uno de ellos que lloraba desconsolado porque no podía alcanzar a trepar ni subirse al árbol más pequeño del jardín.

Al ver al pequeño llorando, el gigante se sintió mal y dijo: “¡qué mal he actuado! Ahora me doy cuenta de por qué la primavera no llegaba a mi jardín. ¡Fui muy egoísta! Pero ya sé qué debo hacer.

Derrumbaré el muro y abriré las puertas de mi jardín para que todos los niños tengan donde jugar. Pero primero, ayudaré a este pequeño a subir a un árbol”

El gigante bajó hasta el jardín, pero los niños al verlo se asustaron muchísimo y trataron de huir. El único que no logró escabullirse del gigante fue el pequeño, que seguía llorando y no se había dado cuenta que el gigante había bajado.

Una vez lo niños dejaron el jardín, el invierno comenzó a aparecer de nuevo por todo el lugar, mientras el gigante tomaba al niño en sus brazos y lo arrullaba con ternura diciéndole:

el gigante egoista oscar wilde“Ya no llores más”, y lo colocó en la rama del árbol más cercano a ellos.

El árbol comenzó a llenarse de flores rápidamente, y el niño lleno de alegría se abalanzó al gigante dándole un fuerte abrazo.

Los demás niños observaron la escena y se dieron cuenta de que el gigante ya no era un gruñón, sino que era muy simpático y de inmediato regresaron al jardín por la brecha del muro.

Todos observaron cómo el jardín se llenaba de primavera mientras cada niño entraba al campo de juegos.

El gigante jamás había sido tan feliz, pues jugaba con los niños mientras iba derrumbando con su martillo el muro de espinas. No fue hasta la tarde que se dio cuenta que el pequeño niño ya no estaba por ahí.

El gigante le preguntó a los niños muy emocionado:

¿Han visto su pequeño amigo?» – pero los niños no sabían dónde podía estar. Estos volvieron a la vieja rutina de jugar en el jardín después de salir de la escuela.

El gigante seguía preguntando todos los días por el pequeño, pero sus amigos siempre le daban la misma respuesta: “no sabemos dónde está ni dónde podemos encontrarlo, solo lo vimos el día que tumbaste el muro”.

La situación del pequeño ponía muy triste al gigante, pero ver a los demás niños jugar y reír, lo llenaban de alegría.

Muchos años pasaron y el gigante envejeció hasta que no pudo jugar más con los niños en el jardín.

Un años más, el invierno llegó una mañana en la que el gigante veía jugar a los niños por la ventana.

Observó que había un árbol hermoso con pequeñas florecitas blancas y frutas plateadas, un árbol que jamás había visto, y parado ahí, estaba el pequeño que hacía mucho tiempo no veía. Lleno de alegría el gigante exclamó: “¡has vuelto! ¡Regresaste!”

El gigante se olvidó de su dolor en las piernas y como pudo bajó rápidamente las escaleras, atravesó el jardín, pero al ver al niño se enfadó muchísimo porque tenía heridas en las manos y en los pies.

el cuento del gigante egoista“¿Quién te hizo esto? ¡Soy viejo pero puedo acabar fácilmente con quien sea que te haya hecho esto!”, pero el niño lo único que hizo fue acercarse mientras le sonría para decirle:

“Tranquilo, no te enfades más. Acompáñame”, el gigante se arrodilló y le preguntó susurrándole: “¿quieres eres?”

A lo que el niño le respondió: “¿acaso no recuerdas que me dejaste jugar en tu jardín? Ahora te invito yo a ti a jugar en el mío, al que llamo Paraíso”.

Y colorín colorado, ¡este cuento se ha acabado!

Descarga el cuento para practicar escritura

Versión audio resumen del cuento del Gigante Egoísta de Óscar Wilde

Además del cuento de el gigante egoísta, también te puede interesar:

Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Al hacer clic en el botón Aceptar, aceptas el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver Política de cookies
Privacidad